Esta pequeña localidad, a 16 km de Nájera y a 43 km de Logroño, ha crecido alrededor de dos famosos monasterios medievales: Suso y Yuso, declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y que están rodeados de un maravilloso y sencillo paisaje rural que aún permanece notablemente intacto.
San Millán fue un ermitaño del siglo VI que eligió este hermoso lugar para establecer una comunidad religiosa, y en ella murió en el año 574. Alrededor de su sepulcro se levantó el cenobio visigodo, constituido por varias cuevas excavadas en el monte.
El monasterio de Suso.
Desde este edificio, construido con estilo mozárabe (siglos VI – XI), se pueden contemplar bellas vistas del valle del río Cárdenas. La entrada conduce a la galería de los sepulcros, donde se hallan sarcófagos pétreos de los Siete Infantes de Lara y su ayo Nuño y los de tres reinas de Navarra: Tota, Ximena y Elvira. Un arco de herradura mozárabe, con dos capiteles visigodos, da entrada a la iglesia, compuesta por dos naves separadas por arcos de herradura. En el interior, las cuevas constituyen la parte más antigua del monasterio. En la central, que en los primeros tiempos sirvió de oratorio, estuvo enterrado San Millán hasta el año 1053, en el que Sancho III el Mayor y su mujer Muniadonna levantaron las reliquias y las trasladaron hasta el monasterio de Yuso. En el lugar de la sepultura se halla un cenotafio de estilo románico (siglo XII) que representa a San Millán yacente con ropas sacerdotales visigóticas. A ambos lados se localizan la capilla angélica o de Santa Oria y las celadas rupestres del siglo VI, estas últimas reutilizadas después como cementerio. También hay dos capillas mozárabes cuadradas (siglo X).
El monasterio de Yuso.
Fundado por el rey García de Nájera en el año 1053, en otra zona más baja del valle, el denominado Escorial de La Rioja forma una mole de espectacular belleza protegida por líneas de álamos y ubicada contra un fondo de trigales y pequeños bosques tan oscuros que casi parecen azules bajo la última luz de la tarde.
Reconstruido durante los siglos XVI y XVII, el conjunto posee un gran monasterio renacentista de tres naves con crucero y un retablo mayor; y una sacristía barroca con bellas pinturas en el techos y suelos de alabastro, en la que se exhiben las arquetas de plata con los restos de san Millán y san Felices de Bilibio, su maestro, cubiertas de bajorrelieves románicos de marfil (siglo XI), placas de oro y piedras preciosas. También se puede admirar el magnífico claustro gótico de dos pisos y la famosa biblioteca, con su rico archivo, que conserva numerosos documentos originales considerados de los más importantes de España. Entre ellos destacan las famosas Glorias Emilianenses, que se cree que son las primeras palabras escritas en lengua castellana, copiadas por un monje anónimo en los márgenes del llamado Codice Emilianense, escrito en latín.
Es posible alojarse en la hostería San Millán del Monasterio, con sus 25 habitaciones dobles, abierta todo el año.
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